La noche que decidí salir.

Encuéntrome yo aquí, debajo de la luz roja, sin ser precisamente una puta, pero sí una perdida, a fin de cuentas.
Un cuaderno en la mesa donde planeo vomitar mis pensamientos sin censura, dentro de un café donde la mesera no me atiende. Bajo la luz roja, busco desesperadamente algo que me ayude a sobrevivir otra noche. Otra noche más, de angusta, de desesperanza; de culpa.
Pude ahber estado con alguien, pero había tenido un mal día y no no tenía paciencia para para explicar direcciones. Además, era una de esas noches donde me apetecía estar sola.
Hubiera sido hermoso el abrazo de un hombre. Santo cielo, moriré virgen.

Me arreglé bonito y todo; me puse perfume, mis tacones y una camiseta bonita que, no es por nada, hace que mi escote se vea lindo. Lástima de barriga.

La verdad, quería escapar esta noche. Quería salir, como una premonición, quise salr para perderme; tomar una cerveza en el bar. No. Más de una, al cabo que traigo dinero y me apetece algo de destrucción, de aniquilar el demonio que vive en mí, matarlo a golpes, hundilo en cerveza, ser mi propio príncipe que me rescate a mí, la ingenua princesa de mí: la más cruel de las villanas. Me apetecía algo de destrucción, como un grito desesperado de auxilio, un "¡Hey! ¡Aquí estoy! ¡Auxilio, por favor! ¡Me estoy matando...!"

Pero no.

Silencio.

No tengo voz.

Frente a mí, un grupo de jóvenes fuman de una hookah; a mi lado, una pareja juega catas, también fuman una hookah. Estoy rodeada de risas, y yo.. yo tengo mi cerveza, y el mesero me la ha servido con un popote. En serio ¿qué clase de persona bebe una cerveza con popote? Joder, olvidé pedirla sin Clamato.

¿Y a mí quién  me distae?

¿A mí quién me llora?

--¿Está todo bien? --preguntó el mesero--, después de haberme ignorado 4 veces.

Mi letra ya se hace vuelve inentendible.

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