Saturday, December 14, 2024

Órale, Blogger sigue activo.

¿Qué fueron, cinco años sin pasarme por aquí? Hubiera pensado que después de tantos años Blogger ya hubiera sido cancelado. La verdad es que ni me voy a molestar en releer las cosas que solía escribir porque... qué cringe, la neta. Y sin embargo, héme aquí: escribiendo otro blog que nadie leerá y que meramente uso para matar el gusanito de la escritura que de vez en cuando molesta. Disfruto escribir. Se siente bien colocar los dedos en el  teclado y decir puras sandeces y sacarlas de mi mente y las aflicciones emocionales.

Siempre quise ser grande. Siempre quisé aceptación, validez, reconocimiento... siempre quise ser especial.

Sin embargo ninguno de mis sueños o metas llegaron a verse satisfechas.

Me enfadé muy rápido de mis proyectos o ellos se cansaron muy rápido de mí. Tomé malas decisiones o me traicionaron. Nunca duraron mucho. Hay muchas cosas en mi vida que he dejado incompletas y a pesar de que constantemente rondan mi cabeza y me recuerdan que cada uno de ellos es un fracaso más en mi larga lista de objetivos, cuando los visito nuevamente queriendo arreglar ese desastre me enuentro tan perdida y desorientada que me abruma no encontrar mi estrella polar.

Nada de lo que he iniciado ha tenido éxito o ha sido suficientemente bueno como para tener una satisfacción humilde. Mis pinturas, mis escritos, mi diario, mis juegos, mis amores, mi vida. Tengo una carta de despedida sostenida con pinchos en mi corcho para cuando me llegue el día; instrucciones para mi familia: a quién avisar, a quién dejarle mis cosas y algún último desahogo.

Soy algo parecido a lo que llamarían en Japón una hikikomori pero sin llegar a un extremo. Aún salgo a trabajar porque la vida no es gratis, aún salgo de paseo a los Estados Unidos, cada miércoles religiosamente salgo a desayunar después del trabajo donde paso dos horas coloreando y después voy con mi loquero y luego al mandado, y aún salgo a comer con mi papá casi diario. Pero no quiero hacer nada. Solo quiero estar encerrada en mi habitación frente a la compu jugando, pintando, coloreando, o durmiendo. No me interesa hablar con la gente. De hecho, no tengo paciencia para la estupidez colectiva. Me he vuelto intolerante hacia las masas y su falta de prudencia con respecto a mis inflexibles límites de interacción personal. Mi psicólo no me ha diagosticado con Asperger o autismo (aunque yo estoy enconvencida de lo contrario), tampoco me ha diagnosticado con depresión (auqnue yo diga que tengo depresión). Él dice que tengo demasiado estrés y estoy cansada. También concuerdo con eso. Estoy cansada de todo, de todos. De mí. De ustedes. Del trabajo, de la vida, de México, del mundo, de la falta de dinero, de mi callejón sin salida, de mi cuerpo, de mi estupidez, de mi hermetismo, del horario; de todo lo que me he olvidado de mencionar.

La carta que tengo pinchado en el corto es realmente una prueba de mi estado mental. La tengo ahí porque ya es muy tarde para mí para hacer todo y solo estoy aquí porque... mi corazón sigue latiendo y me sigo despertando cada mañana. Estoy viviendo en tiempo extra, realmente. Siempre lo he dicho.


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