Pasaron ya esos días donde podía ver el reino entero desde mi trono; mi precioso trono de oro y madreperla, en la cima del mundo. Pasaron ya aquellos días de juventud, de esplendor y de brillo; recuerdos, antes de colores hermosos, ahora en tonos de tristes sepias. La realidad es ahora una patética escala de grises. Pasaron ya aquellos días donde mi reino era habitado con alegres personajes; pues ahora sólo quedan sus casas vacías; sus paredes y techos se derrumban, podridos por la lluvia. Ya no hay más aquellos cantos, ni las fogatas a media noche. Ya se acabaron las historias que contar.
Sentada en mi trono oxidado, sigo vistiendo aquellas sedas y joyas; pero ya no tengo súbditos. En mi trono erosionado, observo a mi pueblo fanstasma; se han ido a otro reino; a uno más divertido y joven, a uno más noble y sumiso, a uno más hermoso. Fiel a mi tierra, las casitas me recuerdan lo que un día fue y jamás será. ¡Se han marchado de mi tierra, encontrado sustento en otra! Ellos tienen su nueva reina, y si yo me voy, ¿quién gobernaría la mía? Visitantes vagabundos van y vienen, al mirar al cielo, estrellas fugaces zurcan el cielo, desapareciendo tan rápido como aparecieron. Las flores nacen y se marchitan, y sin embargo me es imposible envejecer. De vez en cuando abandono mi trono, camino por las olvidadas y polvientas calles. Nadie las toque, nadie las limpie; intactas son como me gustan las cosas, que el mismo polvo y las mismas telarañas complementan la historia que han de contar.
Así, la reina sin pueblo camina por las calles, ensuciando su vestido, buscando a su pueblo. Con la frente en alto, la mirada perdida y el rostro inexpresivo, anda automáticamente, caminando lentamente. La reina, por las calles, buscando en los rincones los tesoros ahora intoxicados de veneno que su gente olvidó, para cargarlos en sus brazos, prendidos a su pecho y llevarlos a su trono oxidado, y guardarlos en un baul.
Copyright © 2010, MadderSky.
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Y ella se queda ahí para cuidar algo que ya a nadie le importa, algo que ya nadie se interesa por siquiera recordar. A esta reina sin pueblo lo que la hace tan genial para mí es el hecho de absolutamente nada la ha hecho decaer. Tal vez tampoco es tan bueno porque hay que saber cuando dejar ir las cosas.
ReplyDeleteMuy bueno, a seguir escribiendo :)