Saturday, April 16, 2011

Desvarío #4

La tierra es el sustento de las raíces del arbol.
Su madera reposa y depende de la tierra.
De la madera nace el fruto; las flores y las hojas.
Y así, se forma la vida, el ciclo sin fin.
Pero, ¿qué sostiene a la tierra?


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Saturday, April 9, 2011

La prueba de Abraham: la historia no autorizada.

La historia oficial, es esta:

Un día, Dios decidió probar a Abraham para ver si realmente confiaba en Él. Dios le dijo a
Abraham:
-Toma a tu único hijo Isaac, a quien tú amas. Ve a la montaña del monte de Moria. Allí vas a sacrificar a Isaac, es decir, a matarlo, y me lo vas a entregar en ofrenda.
Abraham se levantó muy temprano al siguiente día y puso la montura en su asno, tomó a Isaac y a dos de sus siervos para ir con él. Cortó algo de leña para el sacrificio, y entonces fueron al lugar que Dios les había dicho.
Al tercer día, Abraham miró hacia arriba y vio el lugar a lo lejos. Les dijo a sus sirvientes:
-Quédense aquí junto al asno. Mi hijo y yo subiremos para adorar a Dios. Y después regresaremos con ustedes.
Abraham tomó la leña para el sacrificio y le dijo a su hijo que la llevara; tomó el cuchillo y el fuego después él y su hijo subieron la montaña juntos.
Isaac le pregntó a su padre:
-Padre, ¿dónde está el cordero que necesitamos para el sacrificio?
-Dios nos dará un cordero para el sacrificio.
Finalmente llegaron al lugar indicado y Abraham edificó un altar con piedras. Puso
la leña en el altar y entonces hizo algo muy difícil: amarró a su hijo y lo puso sobre el
altar. Abraham extendió su brazo para matar a Isaac cuando un ángel le gritó:
-¡Abraham! No mates a tu hijo, ni le hagas daño alguno. Ahora Dios conoce que tú le
amas a Él primer lugar.
Abraham alzó sus ojos y miró detrás de el, un carnero atrapado en unas ramas. El
usó éste como un sacrificio en lugar de su hijo, Isaac.
El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez y le dijo:
-Así dice Jehová: 'Por cuanto no rehusaste darme a tu hijo, tu único hijo a mí, por esto yo cumpliré la promesa que te hice: te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Esto es porque me obedeciste y me
amaste a mí antes que todas las demás cosas.

Sin embargo, esto es lo que realmente pasó:

Un día, Dios estaba sentado sobre su trono de nubes. Era un domingo y por lo tanto estaba muy aburrido. Desde las increíbles alturas, el Omnipresente observó a Abraham, y decidió gastarle una broma, para alivianar su aburrición. Llamó a su ángel e hizo una apuesta con él.
-¿Cuánto a que si le digo a Abraham que mate a su hijo, lo hace?
El ángel del Señor se quedó perplejo; no sabía que decirle.
-Señor, estoy deacuerdo en que Abraham y su familia son devotos de corazón, pero dudo mucho que esté dispuesto a matar a su hijo.
Dios hizo una mueca, sonriendo, pues estaba de acuerdo con el ángel: era un dios de bondad, no un dios de crueldad.
-Nah... a ver, no importa. Ve, y dile que mate a su hijo para mi causa.
El ángel, no queriendo contradecir a dios (no vaya a ser que termine expulsado del Paraíso, como a otros ángeles caídos, pues ya Dios tenía fama de que ese era su castigo favorito), bajó del cielo y se apareció ante Abraham y le envió el mensaje de Dios. Le pidió que sacrificara a su hijo.
Dios estaba pendiente de Abraham, y desde el cielo le veía colocar la montura a su asno, juntar todas sus cosas y llevar a su hijo al monte.
Dios no estaba seguro si lo que Sus ojos veían era cierto, así que llamó a su ángel:
-No manches, mira: creo que Abraham no se ha dado cuenta que era broma.
-Señor, debería ir a decirle que no lo haga.
-No, no, no, espérate -le respondió sumamente intrigado, sin despegar la mirada de Abraham-, no creo que realmente vaya a hacerlo.
Así que Dios y el ángel se dedicaron a observar al anciano como halcones. Cuando vieron que empezaba a atar a su hijo y que estaba sacando su cuchillo, Dios y el ángel entraron en pánico:
-¡Ve y dile que era broma, el muy idiota se lo creyó!
Cuando Abraham alzó el brazo para clavarle la daga al pecho de su único hijo, el ángel se apareció a su lado y le tomó del brazo, deteniéndole.
-¡No mames, cabrón, era una broma!

Para no hacer el cuento más largo, cuando le explicaron a Abraham que había sido una mala jugada y que Dios había decidido hacer las paces con él regalándole un cordero y ofreciéndole bendiciones a cambio de su silencio, Dios y el ángel aún seguían hablando de Abraham y su inocente ingenuidad.
-No creí que realmente fuera a hacerlo -dijo el ángel, por fin descansando de aquel susto.
-Pero no podemos dejar que esto se sepa, ¿qué vamos a hacer si nos preguntan?
El ángel lo observó y torció el labio.
-Ps... ni pedo, hay que decir que fue una prueba de fe y que nos demuestren lo cotrario. Total, va a ser Tu palabra contra la de ellos. Y aquí entre nos, pues... Tú llevas las de ganar.
-Pues si no queda de otra...


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Monday, April 4, 2011

¿Tú te llamas Paco?

Antes de entrar, respiré muy profundamente y me di animos. Di un vistazo al lugar, y vi a un chico solo. "Maldita sea, ¿por qué no le pregunté cómo era?" Puse la mano sobre la puerta, iba a empujarla, pero me acobardé. "¡No, al carajo, ve y pregúntale! Total..." Vale. Caminé. Me acerqué y me dieron ganas de huír.

-Disculpa, ¿tú te llamas Paco?

El tipo me vio con cara de loca.

-¿Qué? ¿Paco? -sonrió como burlándose, extrañado, y me respondió como si fuera obvio. -Noooo.

"¡Idiota, no puedo ver tu nombre tatuado en tu frente!"

Le sonreí, me disculpé y le di las gracias.

Salí y me senté afuera.

Vi pasar a un chico.

"¿Tú te llamas Paco? ¿Sí? ¡Qué placer conocerte!" Y se sentó a mi lado un momento, nos saludamos, luego nos fuimos por el café, y todo estaba bien. El airecito que le preseguía al caminar me regresó a la vida real. Vi al chico alejarse al entrar al café y pedir su bebida.

Se sentó otro, pocos segundos después en un sillón de al lado y vi a otro chico de camisa morada afuera del lugar. "No, no va a ser él."

Volteé a la izquierda, por su cara pensé que era un chico amigable.

"¿Tú te llamas Paco?" ... "¿Oye, tú te llamas Paco?" ... "¡QUE SI TÚ TE LLAMAS PACO!"

-Hola, oye, disculpa, ¿tú te llamas Paco?

Me volteó a ver en cuanto le hablé, y me sonrío.

-No, no me llamo Paco. ¿Buscas a alguien?

-Bu-bueno, más o menos. Es que no sé cómo se ve.

Eché una fugaz mirada hacia afuera, el chico de camisa morada hablaba por celular, pero luego regresé la mirada al chico con quien hablaba. El otro me sonrío todavía más, como con carrilla.

-¿Una cita a ciegas?

-¿Eh? N-no, no. Bueno... sí, pero no...

Como que no sabía qué decirme.

-Es que acordé de verme con él, pero se me olvidó preguntarle cómo era.

El chico de camisa morada se me acercó.

"Se me hace que ese va a ser Paco."

Se acercaba más, y me miró.

"¡¡Ah!! ¿Me pongo de pie? ¿Me pongo de pie? ¿Y si no es?"

-Eh, ¿tú eres Melissa?

-Ah, ¿tú eres Paco?

Dejé al otro chico atrás. Me pregunto si habré sido grosera al no despedirme debidamente, después de todo fue muy amable. Pero todo fue tan rápido que me fui con la corriente. Ya después lo vi entrar, pero no le dije nada.

En el mostrador, con Paco, había otro muchacho pidiendo su café, que se me hizo familiar.

"¿De cuándo acá Rodrigo usa colita? ¿También usa lentes?"

Luego me llamó mi mamá, entonces Paco le estaba hablando cuando yo lo ví antes, así que le dije ya estaba con él. El chico que había visto en el mostrador unos segundos antes, se me figuraba a Rodrigo, el amigo de mi hermano, pero como casi no lo veo, me dio pena preguntarle, pero le comenté a Paco que ese chico me parecía familiar. Terminó de pedir su café y me miró.

-Hola Meli.

"Ah, sí es Rodrigo."

-Rodrigo, él es Paco; Paco, él es Rodrigo. Mucho gusto.

"... '¿Mucho gusto?' Ay, carajo."

-¿Mucho gusto? Sí, mucho gusto -Rodrigo dijo mientras agarraba una palita para su café- la conozco desde hace años y ahorita me dice "mucho gusto".

Me pregunto si me habré puesto roja, pero es que estaba nerviosa.

Pedimos nuestra bebida, y yo iba a pagar la mía, pero Paco sacó un billete, y le dije "déjame reponértelo", y me dijo que no había problema. Creo que le di las gracias, pero no recuerdo. Todo fue tan rápido, y no sabía bien cuál era la etiqueta.

"Qué bonito gesto, la verdad qué amable; pagarle el café a una completa extraña. Sólo quiero ser agradable."

Esperamos el café y luego nos sentamos. Después me relajé, y hablamos hasta que nos corrieron del café porque iban a cerrar.

Salimos, y yo esperé al valet que trajera mi carro. Lo abracé mientras nos despedíamos, relamente disfruté su compañía, y ojalá que pudiera estar más en contacto con él. Recuerdo que olía bastante bien. Sólo espero haber olido agradable también.

Me subí al carro, pasé al Gigante, digo, a la Soriana por un quick snack.

"¡Ay, no le di las gracias por el café!"

. . .

"¡Ay wey, ya es la 1 y mañana es lunes!"



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