Saturday, October 23, 2010

Lectura para el baño


       Es la pesadilla de cualquiera de nosotras; no sé de los hombres porque no soy uno y jamás he tenido la necesidad de utilizar una de estas instalaciones diseñada específicamente para ellos. Pero desde el momento en que a una le dan ganas, es una doble maldición. Tal vez triple o cuádruple e inclusive quíntuple, si el día es verdaderamente malo. La verdad es que una prefiere aguantarse las ganas de ir o si por ahí tiene palancas, pide permiso para entrar a los de los VIP, porque dudo que cualquiera de los altos mandos baje de las alturas y use los de la plebe. Me estoy refiriendo, por si aún no lo han deducido, a cuando una de nosotras tiene la urgente necesidad de, en de la Facultad de Idiomas en la UABC, a una de nosotras nos dan ganas de ir al baño. ¿Por qué es una pesadilla? Primero porque es un baño público, y cualquiera, literalmente  cualquiera puede entrar. Segundo, porque jamás hay papel, tercera, porque rara vez hay agua para los inodoros; cuarto, porque no sirven los lavamanos, y en quinta, porque las mujeres son muy cochinas. ¿De verdad es necesario que en lugar de usar mi materia para escribir un ensayo persuasivo sobre, no sé... concienciar a la población sobre la importancia del voto o de la crueldad hacia los animales, tenga que utilizar la oportunidad para concienciar a las mujeres de la higiene en los baños públicos?
        ¿Es que su sentido común no les dicta un código de ética y conducta? Tal vez ya han ignorado su conciencia a tal grado que por más que ésta les grite que limpien sus gotitas amarillas del inodoro, ustedes prefieran dejar evidencia física de que ustedes estuvieron ahí. Como ciertos animales que orinan a diestra y siniestra para anunciar “yo estuve aquí”. (Amiga de docencia, me estoy refiriendo a ti cuando tuve el “gusto” de encontrarte en el baño y me tocó entrar después de ti).
         ¡Y no nos metamos aún en el otro tipo de evidencia que les gusta dejar! Sean honestas: ¿en sus casas dejan evidencia en el bote de basura sobre lo mal que les cayeron los taquitos que se cenaron la noche anterior? Al menos voltéenla. O peor aún: ¿dejan evidencia de la roja en el bote de basura o gotitas rojas en el piso? (Sí, compañera de traducción, sé que fuiste tú). ¿Por qué dejan la raja de canela flotando felizmente en el inodoro? ¿Es una competencia a ver a quién le sale más bonito, o qué? Tenemos la bochornosa necesidad de traernos papel de nuestras casas porque la UABC vergonzosamente carece de la habilidad de proporcionarnos esta herramienta básica de higiene como para gastarlo en limpiar “detallitos” extras en la taza del inodoro.
         Ya ni se diga de los lavamanos, que ellos tampoco se salvan de la tiranía femenina: ¿es necesario que, al peinarse sus sedosas cabelleras, dejen sus pelotes negros sobre el lavabo y dentro de éste? Al menos échenle agüita, para que se vaya por el drenaje y cuando se tape, puedan indignarse y decir que la “UABC no cuida sus instalaciones”.
        Mujeres, sus madres no viven en la universidad para limpiar tras de ustedes. Se supone que las mujeres somos las limpias. Sin embargo, lo único que dicen de ustedes es que tienen una doble moral increíblemente hipócrita y que son las criaturas más “antihigiénicas”, por decirlo amablemente y con varios adjetivos más de la misma calaña. ¡Mujeres, yo también uso el mismo baño que todas ustedes, no nos hagamos tontas! Las exhorto, no, ––les suplico–– que piensen en ustedes mismas y en las personas que les siguen y que por favor limpien su cochinero después de usar el baño.

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Monday, October 18, 2010

Dragones


       Todas las personas están regidos por algún elemento, eso es indiscutible. Todos tienen la influencia de algún astro o elemento en su comportamiento que marca el camino que deben recorrer en su vida, por lo que no era extraño que al entender el propósito de sus existencias, algunas personas cambiaran sus nombres para expresar algo más acorde a su personalidad o su misión de vida. Se pensaba también que, al usar referencias de animales en sus nombres, adquirirían sus míticas y grandiosas habilidades; una especie de animal protector que los guiaría por el sendero correcto y justo que habían elegido. Aquellos cuyo corazón estaba en el lugar correcto y eran regidos bajo el signo del agua, por tradición eran conocidos por sus dones curativos; su energía era dedicada a las prácticas mágicas. Su instinto esotérico, extremadamente agudo y excepcional, sólo era igualado por su habilidad de adaptación, su sensibilidad ante el arte y las personas y un asombroso don de purificar nutrir todo aquello que tocasen.  
        Dragón de Agua era la sanadora más preciada, no sólo de la corte sino su fama tenía tenía alcances legendarios. Tenía de costumbre por las madrugadas hacer rondas casuales por los aposentos de la reina. No era una mujer que necesitara ese tipo de servicios, pues era una mujer sumamente joven y sana; apenas gozaba de sus primeros cien años de vida, sin embargo no estaba demás tomar esas precauciones, después de todo era la persona más importante de todo el reino. Con su báculo firme en su diestra, llamó a la puerta con sus nudillos y al escuchar el permiso que necesitaba para entrar, hizo su camino dentro de aquellos aposentos.
Eran tantos años ya de servicio, pero jamás había podido acostumbrarse al aura tan pesada y fría que emitía aquella presencia. Era un secreto, pero Dragón de Agua temía severamente estar sola con la reina mientras no hubiera mucha luz en el lugar. Tenía su empatía altamente desarrollada, lo que significaba que, sin darse cuenta o en contra de su voluntad, su personalidad se adaptaba a las circunstancias y entraba en sintonía con el ambiente; inclusive había veces que ella no podía controlar la duración de los efectos secundarios, pues dependía también en gran medida sus propias emociones. Podía sentir su mirada, que a veces catalogaba como insana, clavarse en ella y no despegársele nunca; su voz se veía de la misma forma afectada al perder su valentía cuando se sentía observada por ella, pues se quebrara y apenas se le podía escuchar.

         –Lamento interrumpirle, Majestad –saludó, haciendo una reverencia respetuosa–, con su permiso me acercaré para cuidar de su salud.
        No se atrevía a mirarle. Pasó un momento de silencio y mientras Dragón de Agua colocaba su mano sobre su soberana para sentir su pulso, sintió el pequeño golpeteo de su latido colisionar con sus yemas. Respiró profundamente. Debía tranquilizarse y domar su personalidad, pero esa mujer era tan imponente...
        Pasaron unos minutos en silencio, Dragon de Agua se concentraba en sentir su pulso, colocando el dedo índice y el medio juntos, bajo el mentón ajeno.  

         –Nuestra pequeña plática de ayer me salvó la vida. Gracias.
        –Sólo cumplía con mis obligaciones, Alteza –deslizó su mano de su yugular hasta el centro de su pecho, donde una sutil luz mentosa, ligeramente argéntea emanaba de su índice y su medio–. Pero me intriga saber cómo es que estando sola y completamente vulnerable, él no hizo nada.
        –Igual yo quisiera saberlo –mintió–, pero cuando se percató de que estaba despierta y armada, prefirió huir.
        Dragón de Agua notó que, justo cuando ella mencionaba esas palabras, sus latidos se incrementaron considerablemente, mas no era sabio acusar a una reina de mentirosa, y mucho menos cuando no se tenían más pruebas más que las intuiciones, aunque muy acertadas, de una sanadora empática.
        –Es un hombre loco... me encargaré de reforzar la guardia, y mantener a los soldados alertas.
        –Ese es trabajo para Viento, él es el responsable directo de la milicia –respondió con ímpetu– tú encargarte de lo habitual.
        La rubia se limitó a asentir una vez y a seguir en silencio con su chequeo. Después de eso, se disculpó y se retiró.

        Cerró la puerta tras ella y al observar al frente, por la ventana podía apreciar los cautivadores tonos de cerúleo que inundaban el cielo, conforme los primeros rayos de sol intentaban darse a notar. Aún había bastantes estrellas destellando sobre ese manto de suave terciopelo, y suspirando, se acercó y poder apreciar el elegante panorama. Se sentía de alguna forma furiosa, que era un sentimiento que solía experimentar siempre de estar sola con la reina. Así que, intentando neutralizarse, inhaló profundamente, inflando su pecho; sus pulmones se llenaron de aquel helado aire, deliciosamente, y al exhalar, visualizaba que de sus nariz y su boca se escapaba aquella intensa emoción, Inclinó la cabeza, con la idea de cerrar sus ojos y seguir con sus inhalaciones, pero, antes de poder hacerlo, su atención se vio arrebatada al ver una silueta familiar caminar tranquilamente brazo con brazo de otra persona. Los latidos de su corazón parecieron detenerse de inmediatamente, dejando ecos que parecían vibrar en su pecho, resuenos de envidia desmedida, celos y coraje. Sintió sus hombros tensarse y su respiración se volvió pesada mientras intentaba controlar sus emociones para verse lo más sutil posible. Dragón de Fuego iba acompañada de Dragón de Viento, y la sola idea de verlos juntos, riendo, disfrutando de la compañía del otro, la carcomía por dentro, intoxicándola, lentamente, sin vuelta atrás. Si las miradas de verdad pudieran matar, ya lo hubiera aprovechado, pensó la furiosa rubia. Para ese entonces, ya habían salido suficientes rayos de sol, y en ese instante, una sombrea pareció volar por encima de ella, obscureciendo su rostro momentáneamente; cosa de la que no se percató. Sin embargo sí logró escuchar un ruido que la extrajo de aquel mundo de pensamientos en el que se había sumergido; algo se había estrellado contra el suelo; un ruido fuerte. Al voltear la mirada, varios bloques de cemento y piedra se habían desprendido de los arcos a su lado. Temiendo que fuese uno de los rumorados ataques de las gárgolas, se apresuró a investigar, perdiéndose entre los corredores del castillo; sin percatarse de que pasaría de largo por otra pequeña silueta escondida por su lado que pasó desapercibida; sin embargo, ésta no le quitaría los ojos de encima por ahora.

        Habían pasado ya algunas horas, así que ya estaba entrado el medio día y Dragón de Agua haciendo sus respectivas guardias. Los cuatro dragones estaban delimitando el perímetro; la reina se encontraba cerca. Era su deber no apartarse de ella, después de todo. El calor se hacía insoportable, pero nada era tan pesado y tan asfixiante como los celos y el mal humor que aún acosaban a la maga. Se sentía traicionada, después de todo. ¿Traicionada? No, no era eso... ella tenía derecho de escoger. Frente a ella, Dragón de Fuego se encontraba observando al frente, tan estoica como siempre y tan distante como nunca. A su lado, Dragón de Viento; quien no le podía quitar los ojos de encima. A espaldas de la rubia, Dragón de Tierra, quien se limpiaba el sudor de la frente con su puño. Él pareció sonreírle de forma condescendiente cuando sus miradas se cruzaron. Intentó responderle la sonrisa, pero no podía fingir algo que no sentía; las mujeres, y más si son de Agua, son incapaces de no ser transparentes, así que apartó la mirada. Entre sus manos, tomó con fuerza su báculo, cómo si con eso pretendiera desahogar su coraje.

       –No importa cuánto castigues a ese báculo tuyo, no sucederá nada –la voz que provenía de sus espaldas era grave, vieja y rasposa; pero se notaba un cierto cariño en su forma de hablar. Casi como el de un padre sabio. Dragón de Agua volteó su rostro inmediatamente–. Desde hace tiempo que te noto preocupada. ¿Qué es lo que sucede?

       ¿Pero cómo iba a contarle a él, si ni siquiera ella sabía qué era lo que pasaba por su mente? Así que intentó, en vano, evadir al viejo líder, diciéndole que realmente no pasaba nada; que era resaca emocional de su previa cita con la reina.

       –¿Realmente esperas que me crea eso? Vanya –este era el nombre real de la maga, salvo que nunca se mencionaba–, te conozco desde hace mucho tiempo, y eres bastante fácil de leer. Vamos, cuéntame; no me gusta verte así.

       ¿Y con qué derecho venía éste a obligarle a contarle su drama emocional? Ni siquiera pensó, ni si quiera consideró, ni siquiera le importó, sólo reaccionó y cedió a su infantil explosión de enojo.

       –¡Pues si tanto te interesa, averígualo tú mismo!

       Y al terminar, lanzó un conjuro que le permitió saltar desde el terraplén, como casi flotando, hasta caer de pie sobre el suelo y alejarse. Quería estar sola. Más bien, ella misma sabía que estaba insoportable; ella misma ni si quiera se toleraba, cómo podría hacerlo alguien más. Ahogándose en sus propias emociones, caminaba de un lado a otro de forma errática, con la mirada firme en el piso; pensando y repasando sus teorías una y otra vez. Tanto, que no se percató de aquella enorme sombra que pasó sobre ella, cubriéndola por completo, yendo directo a la aldea más cercana al castillo. No fue hasta momentos después cuando la ráfaga de viento causada por el movimiento azotó su cuerpo, obligándola a mirar hacia atrás, percatándose de loas varias bestias que perpetuaban el ataque.


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Sunday, October 17, 2010

Desvarío #2: Boceto.


       Mi mentira... mi inocente mentira está hiriendo a las personas alrededor de mí. Estoy empezando a preguntarme si este es mi verdadero yo en realidad...

      Dragón de Agua detuvo sus andares al concienciarse de su pensamiento, quedándose rezagada poco a poco hasta que el resto se perdió en el horizonte; olvidándola, sin darse cuenta. Observó a aquellos tres alejarse de ella, melancólicamente, preocupadamente mientras poco a poco se retiraba la capucha de la cabeza. En especial la observó a ella; a su larga cabellera pelirroja atada ordenadamente y sintió cómo se arrugaba su estómago violentamente y cómo su corazón se detenía cuando lo último que vieron sus iris turquesa fue cómo ella lo miraba y cómo él colocba su mano sobre su cadera, atrayéndola ligeramente hacia él. 

         Amor... ¿celos? Felicidad ajena... 

       El cielo se empezaba a nublar conforme repetía una y mil veces en su cabeza cómo le asqueaba la felicidad ajena. El viento pareció apiadarse de su cargo de consciencia y suavemente acarició su cuerpo, fríamente, jugando con su larga cabellera rubia. Suspiró pesadamente, bajando la mirada y cerrando sus ojos intentando relajarse; y apoyando su báculo sobre el suelo, volvió a emprender camino, disfrutando agridulcemente de la compañía de su soledad. Un castigo anhelado o una recompensa rechazada... no sabía con certeza, salvo por el hecho de que era un dolor que no le dolía del todo. Tal vez aquel sentimiento era meramente un acto masoquista.
        Caminó seria, con una expresión neutra en su mirada, escondiendo su dolor lo mejor que su habilidad le permitiese, y al girar su rostro hacia atrás, volvió a detenerse al observar los cadáveres de las gárgolas que yacían en el suelo. Las envidiaba. Todo sería más fácil si ella fuése una de aquellas gárgolas. Su muerte sería tan sublime, si fuera aquella espada ardiente que peforara su pecho...

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Wednesday, October 13, 2010

Desvarío #1

Recuerdo cuando tú me dabas esperanza.
Y ahora que ya no te tengo,
¿Dónde hay lugar para ella?


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Friday, October 8, 2010

En pro de la adopción entre parejas homosexuales.


       Cuando yo era niña, no tenía una familia unida; teníamos muchos problemas y yo los afronté sola y confundida. Mi relación con mis padres fue intermitente y conflictiva en su mayoría. Hubo un momento que influyó severamente en mí cuando mi madre se fue de casa por años y mi padre fungió tanto como padre y madre. Pasé por la etapa de mi primer novio, mi primera carrera y su graduación, mi primer empleo serio. Cuando faltaba un mes para la fiesta de graduación y aún no tenía vestido, me solté a llorar desesperada una noche; al día siguiente mi padre me consiguió telas, modista y diseño; y con muy buen gusto. Cuando caí en una depresión que me duró otros años más al perder mi empleo, él estuvo ahí apoyándome económicamente, cosa que se espera de un padre. Sin embargo, en ese mismo momento, cuando mi relación amorosa de casi seis años terminó, él estuvo ahí afectuosa, moral y cariñosamente todas y cada una de las veces que no podía evitar el llanto. Jamás tuve la necesidad de recurrir a mi madre o a alguna figura femenina. La ausencia de mi madre no me impidió tener un “rol femenino” del que se espera recibir afecto, mimos y cariños constantes.
       La naturaleza del ser humano es temerle a todo aquello que desconoce; le llaman “miedo a la obscuridad” al miedo de desconocer todo aquello que se esconda en lo que no pueden ver, esté su miedo fundamentado apropiadamente o no. También es normal que el ser humano tema a todo aquello que sobresalga, aunque no necesariamente correcto; el humano es criado para discriminar todo aquello que no sea como él; haciendo del mundo un lugar muy cruel para todos aquellos que son diferentes en cualquier aspecto. ¿A qué voy con todo esto? A que este mismo miedo sucede con otras cosas, como, digamos, la adopción por parte de parejas homosexuales. Este miedo, en casos lamentable, irracional, obsesivo, ignorante e hipócrita, está bien o mal fundamentado en mayormente tres aspectos: el biológico, el psicológico y los mitos.

       El argumento más popular tiene un carácter biológico, y a pesar de que goza de la popularidad que tiene, es el más absurdo e inverosímil de todos: “si la naturaleza quisiera que dos seres del mismo sexo tuviesen hijos, entonces sus cuerpos estarían diseñados para reproducirse.” Si la naturaleza quisiera que las mujeres tuviéramos uñas rojas, entonces nos las hubiera dado. Sin embargo, mientras no somos capaces de hacer que nuestras uñas cambien de color, tuvimos la conciencia de crear químicos que nos permitan lucirlo. Si la naturaleza quisiera que tuviéramos rayitos en el cabello, también nos los hubiera dado. Pero si la naturaleza no quisiera que seres vivos prescindieran de una hembra, entonces no permitiría la reproducción asexual en plantas y animales. Si la naturaleza no quisiera que voláramos, no hubiéramos desarrollado una conciencia que nos permitiera crear artefactos que nos ayudasen a surcar los cielos. Si la naturaleza no quisiera que nadáramos, no nos daría la habilidad de crear tanques de oxígeno que nos permitieran permanecer bajo el agua grandes cantidades de tiempo. Si es que la naturaleza no quisiera que dos personas del mismo sexo se enamoraran, entonces no permitiría la homosexualidad en ninguna de sus especies: animales, plantas, y seres humanos desde el principio, y sin embargo, la homosexualidad ha existido desde que el primer ser vivo está en el planeta. ¿Nuestra capacidad de ser diferentes nos hace anormales? Hacemos tantas cosas que son “antinaturales” todos los días que las consideramos correctas o inofensivas, como pintarnos el cabello, someternos a cirugía cosmética, tatuarnos, entre otras cosas. ¿Por qué clasificamos como incorrecto o antinatural la posibilidad de que dos personas del mismo sexo puedan criar un hijo? Así como nos sobrepusimos a la discapacidad de tener tal cosa, también podemos sobreponernos a la creencia tercermundista de que dos personas homosexuales no tengan el derecho de formar una familia. La naturaleza es sabia mas no perfecta. Estamos en un proceso muy lento pero siempre constante de evolución. ¿Por qué tenemos que esperar a que nuestros cuerpos evolucionen a ese punto para aceptarlo? Si es que la naturaleza no quisiera que dos personas del mismo sexo pudiesen adoptar, no nos habría dado la capacidad de amar, ni de pensar en dicha posibilidad, ni de luchar por ella.
       O tal vez este argumento se refiere a la naturaleza humana. Los animales se reproducen por instinto, por naturaleza; no por la necesidad de dar amor ni tener familia. Los humanos sí, pues tenemos la capacidad de amar incondicionalmente de raza, sexo, preferencia y varios demases. Parece irónico, que a pesar de esta afirmación, hay cuervos que adoptan gatitos, gatitos que adoptan pollitos y perritos que adoptan cochinitos –animales que constantemente exhiben comportamientos homosexuales–, nosotros consideramos incorrecto que personas de nuestra misma especie adopten. Por lo tanto, la naturaleza humana es lo más imperfecto que hay: somos el cáncer del planeta; parásitos por excelencia. Somos la única especie que se cree superior a otra, somos la única especie que asesina por dinero, somos los únicos seres que prohíben a sus semejantes el derecho de entregar amor. ¿Por qué tomar una especie como la nuestra como ejemplo para decir lo que es correcto y lo que no? Términos como “natural”, “correcto” y “normal” son subjetivos y relativos; no son absolutos ni infalibles. Estos términos se adaptan a los tiempos y a la cultura sin mencionar que varían según al individuo que los piensa. Es lamentable etiquetar de estas formas a algo que no debería tener clasificaciones.

       Comprendo que se enfoquen en los daños psicológicos que puede sufrir un niño tanto por una adopción, que por ser criado por una familia diferente en todos sus aspectos. Se

Thursday, October 7, 2010

A Bittersweet Description of Someone I Knew.

      When I first heard of this assignment, his memory pierced through my mind like a violent arrow in the darkness of my mind, heading straight for the target; puncturing it aggressively, tyrannically, evilly; right in the bulls-eye of my pride. Naturally, I immediately went into a defensive or denial state of mind. Now that I could not delay it any longer, I took a deep breath and began writing. The words that come into my mind and that I instruct my fingers to write, still cause an effect on me; a feeling I rather not harbor again; but there is really no one I would want to write about, but him.
     More than I'd like to admit, I've been dependent on someone else's wisdom and company so I could feel safe and stable. If I could find one metaphor to explain how my life has been, I would picture something from the top of my head, randomly, and say it would be like a Greek temple that is barely sustained by one pillar, which is keeping the roof from falling over preventing it from breaking into millions of pieces if it was to crash on the floor. However, even though the most important people in my life have subtly come and chaotically gone, I've been quite lucky, since I realize that up until now, I've never been alone per-sé: there has always been someone who has taken over the place of that person who left.

     The man who I want to talk about had a huge impact on my life; for both good and bad, he became my most trusted and loved friend and pillar, and I madly hung on to him: his wisdom, his maturity, his cleverness, his “badassness”... I could go on and on, so, using a small amount of words, I adored his whole self. And after all this time even though I've overcome my denial over his unexpected departure, my eyes begin to water as I write these words by the mere thought of his name; and if my thoughts could be heard, the voice that speaks would surely break in the same way he broke my heart. It was the first time I loved someone for who they really were. It's funny... I don't even remember his real name anymore, maybe it's a self defense mechanism, maybe I have really forgotten it, but I will always remember the nickname I would call him by: "Tío Lechuga"; and he would lovingly joke back with me and call me his “Sobrina Manzana”. He lived in Venezuela and was 21 years old, if my memory still serves me right. I can only come up with a vague description of his physical appearance, since I only saw him once. He was very weary of showing how he looked like. He was a tall person, chubby, huggable. He had light colored hair, and had quite a bald spot. He hated it, even though the mere thought of it makes me smile albeit faintly. He was also Caucasian; I think his eyes were dark and he had a prominent chin. I would say he had small eyes and an icy stare, maybe even dark, somewhat evil, but then again I may be biased on how things turned out. The sound of his voice makes my heart freeze in anger now, but before it made me feel like a vocal, ethereal hug; it soothed me. I can't help but notice that adorable subtle little sigh of air that he spoke in between his s's when I listen to his recorded messages in his lovely accent.

      I remember how jealous I felt when he talked about my best friend. I remember hating both of them though I really didn't: I hated the fact that I lost before it even began. In those days, I was tagged in a meme1 to describe some friends, including himself. He was the hardest to describe because he was a mixture of good and evil; extremely cunning, an excellent manipulator yet noble, loving and caring. He would know what to tell to everyone to achieve his own purposes; he had a strong presence that could be felt even if our communication was strictly between computers. His love interest was once caught in a bad situation were, because of a mistake she made, had the worst reputation and and was severely criticized; the person she loved at the time decided to not forgive her. He manipulated the circumstances in order that her love interest at the time returned and decided to give her another chance despite the facts that he loved her and wanted her to be with him and no one else. That captured me in such a way, that it made me look up to him and admire him even more. That was the moment that made me admit to myself that I felt for him more that just friends. I knew it was going to be hard, but I decided to stick by his side; I valued his friendship over any other thing in the world.

      However, our friendship wouldn't last as much as I would have liked. It was a bitter ending, left with unanswered questions and unvoiced thoughts. I don't know what I would say or do if I have to face him again, even if it's virtually. There is an intense ambivalence stirring up inside, and my conscience is trying to smooth out any emotional outbursts, though clearly is losing ground. I haven't met anyone else quite like him: so cunning, so righteously evil, noble, sweet and kind. Up to this day, his wisdom is still remembered as a legend in my memory; and the way he always defended his ideals left an indelible garnish, like if it was made with a burning iron, on myself. However, up until now, I would not change anything. Why? Well, because I may not like how things end, I may even hate the way they turned out, but, then again, thanks to this, I learned many things: like who he really was and who I thought he was, who I was and who I thought I was, that emotion knows no boundaries, and that definitely, I rather be hurt with the truth and not be lead on with a sweet lie.

1 A phrase used to describe a catchphrase or concept that spreads quickly from person to person via the Internet.

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