¿Hamor?

Me confundes.
Me haces llorar.
Me haces querer dormir.
Me haces que te hame (sí, se lo robé).
Me confundes, y me haces llorar.

Me haces.
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Desvarío #10

Hay algunos momentos en la vida donde se nos presentan muchos cambios. Tantos, donde ya no sabemos si la luz que vemos es la luz del ocaso o la luz del alba, donde ya no sabemos si lo que sentimos es real o es falso, inclusive, donde no sabemos si las lágrimas que lloramos son de tristeza o de alegría, o si son de impotencia o si son aburrimiento. La desesperanza y el adormecimiento tienen un límite tan fino y delgado que fácilmente se ultrajan uno al otro. Las cosas que deberían hacernos felices, las cosas que deberían hacernos sentirnos plenos y completos son las cosas que a menudo nos lastiman más. La familia. El amor. Las amistades. El dinero. Uno mismo.  

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Sin nombre

La primera es porque no valgo nada. Sin dinero, no eres nada.
La segunda es porque la familia no existe.
La tercera es por la frustración de mi impotencia
La cuarta es por ese amor que nunca llegará
La quinta es por mi fealdad
La sexta es por mis fracaos, múltiples e infinitos
La séptima es porque haga lo que haga, estoy atrapada

Lo siento, Celina.


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Sueño

Estábamos todos ahí reunidos, estábamos tú y yo, estaban los viejos, y las mujeres chismosas, hasta los niños y sus perros. Los árboles estaban ahí, mudos testigos del tiempo y de sus acontesimientos. Creo que hasta hacía algo de calor. El día no era excepcionalmente involvidable, salvo por el susto que todos nos llevamos, por suerte, todos estamos bien y todos logramos salvarnos. Pero no puedo evitar pensar que fue mi culpa. Todo por ese deseo, mi objetivo de ver las cosas cambiar.

Estabas tú a mi lado, moreno como siempre, de ojos pequeños y silencioso, no nos decíamos nada, porque realmente no había nada que decir. Te decía, estabas tú a mi lado cuando uno de los viejos se acercó a mí, con sus lentes sobre la nariz, vestido en azul brillante, muy vívido, lo recuerdo bien. Yo vestía de blanco, como el traje de la milicia de aquel entonces, cuando estaba al servicio de la reina, y tú... bueno, no lo recuerdo, pero creo que ibas de café. Se me acercó el viejo, parecía uno de esos magos de los cuentos de hadas, me miró muy tristemente y no pude evitar guardar más silencio. Su mirada me conmovió y retorció mi conciencia.

--Ya no te conozco, has cambiado mucho --dijo con tristeza, negando lentamente el rostro, como si hubiera perdido algo muy precioso para él.

Lo ví darse la media vuelta y alejarse luego, y yo quería correr tras él y abrazarlo y decirle al sabio que seguía siendo la misma niña, pero esto era algo muy importante, iba más allá de ser o no ser alguien; pero me contuve. Precisamente por ese ideal, por ese mismo orgullo, tan sólo guardé silencio mientras agobiaba mi corazón ese sensación de haberlo defraudado.

No. No había tiempo para lamentar nada. Lo único que supe después es que seguíamos luchando, tú a mi lado y yo al tuyo. Desenvainamos nuestras espadas, y aunque no nos cuidábamos las espaldas, sabíamos que estábamos lado a lado. Me habías enseñado bien a defender mis ideales con la espada, a protegerlo, pero yo en el fondo seguía pensando que era matar y nada más que eso. De estocada en estocada, seguí avanzando. Sólo con destruír sus armas, eso bastaba para que se retiraran. Uno a uno, poco a poco los íbamos eliminando. Pero jamás imaginé que alguna de sus hachas no se destruiría al cortarla con mi espada, así que cuando sucedió, me quedé estúpida con la mirada idiota, observándolo, en sorpresa, sin saber qué hacer. Lo único que hice fue voltear a verte, y tú estabas en la misma situación... no me había dado cuenta que estábamos perdiendo. ¿Arrogancia, tal vez? ¿Concentración? ¿Pasión? No lo sé, pero fue como despertar de un sueño. Irónico, ¿no? Cuando vi que estabas en desventaja, de inmediato supe que morirías. De inmediato supe que tú también sabías que ibas a morir en sus manos. Pero no estaba dispuesta a entregarte. ¡Todo tú eras mío! ¡Hasta tu muerte era mía! Así que eso hice. Corrí hacia ti y yo misma te maté. No por amor. Porque sí, porque tu vida era mía, tú mismo me la habías entregado, así que no iba a dejar que ese pendejo te tuviera. Te maté, sin darles el orgullo de arrebatar tu vida. Al final... esa fue nuestra victoria. Yo les quité tu vida.

Cuando desperté, supe que estaba herida por la terrible punzada en mi espalda. La Duquesa me había cuidado bien, en su gentileza y en mi derrota, me abrazó y me acogió, sanando mis heridas. Pero estaba bien. Una herida en la espalda no me detenía de cumplir mis objetivos. No existía el dolor... 

Me puse de pie y me dirigí hacia ella. Le debía gratitud por salvar mi vida, y yo en cambio, me entregaría a su servicio de por vida. Después de todo, ya no estabas tú y ya no tenía nada por qué vivir. Me acerqué a ella, y ella me volteó a ver, girando su rostro de tal forma que sus cabellos de sol flotaron en el viento y su mirada de cobalto embriagó mis entrañas. Vestía esa túnica roja, la de los mártires.

--Estoy consciente de que le debo mi vida, y cambio de eso le juro de aquí en delante mi servicio leal y eterno --guardé silencio, pues algo en mí tenía miedo--, pero me gustaría pedirle que antes de todo eso, me diera permiso de ir a visitar a mi madre.

Ella, noble y gentil ella, me dio unos días, suficientes para viajar y ver a mi familia. Me sentía traidora, y culpable; no merecía si queira poner un pie en mi casa. Pero aún así entré, pensando que, si me quedaba detrás del biombo, entre las sombras, y los veía desde la oscuridad de mi alma, bastaría. Pero mi madre me vió y con el júbilo único de una madre, me abrazó y me dijo que no tuviera miedo, que yo siempre sería parte de la familia. Yo me quise mantener fuerte y estóica, por los dos, porque eso era siempre lo que habíamos deseado, ¿no es así? No podía mancharlo con lágrimas. Después me enteré que había llegado justo a tiempo para velar a mi padre, porque había muerto; yo lo había matado. No en la guerra, sino con mis desaires. Pero yo no era tan fuerte y no sólo me eché a llorar como una niña, quebrantando mi deseo de no llorar, sino que me eché al suelo y me cubrí el rostro, desconsolada, completamente arrepentida. El sabio tenía razón pero a la vez no lo tenía. Mi familia me abrazó, me consoló. Al poco tiempo, regresé al servicio de la Duquesa.

Estábamos todos ahí reunidos, estábamos tú y yo, estaban mis padres, y las aldeanas, hasta los niños. Los árboles estaban ahí, mudos testigos de la atrocidad y de sus acontesimientos. El día era excepcionalmente involvidable por el susto que todos nos llevamos, por suerte, todos estamos bien y todos logramos salvarnos. Pero no puedo evitar pensar que fue mi culpa. 

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Se ha muerto un pedazo de mi corazón.

Se ha muerto aquel lugarcito donde solía albergar la esperanza, donde solía escuchar "seguro mañana será diferente". Se ha marchitado aquel rinconcito donde la ilusión de una vida contigo cobraba vida con el sólo pensar en tu nombre.

Hay una pesa en el fondo de mi corazón, y cada vez más, me jala hacia abajo. Estoy segura que con otro paso que de, me va a tumbar al suelo y no me va a dejar levantarme. Te di por sentado, porque pensé que jamás terminaría nuestro juego de terminar y regresar, y hoy que verdaderamente nos hemos dejado... no sé qué hacer y estoy perdida. De verdad jamás pensé que llegaría este día.

Lloro desconsolada, y grito tu nombre, esperando que me escuches. "¡Por favor, por favor no me dejes!" Todos moriremos alguna vez, ¿cierto? Entonces mátame con tus desprecios y con tus inseguridades, mátame con tus temores y con tu inocencia. Mátame, destrózame y descuartízame, pero quédate conmigo.

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Perfect Rol

Entré al mundo del rol hace unos 5 ó 6 años, tal vez 7 en las salas de chat de LatinChat (de aquí en adelante LC) donde existía una enorme comunidad de rol. La gente, y mis amigos del LC en IMVU no me dejarán mentir, la interacción era mera y puramente en rol. Había poco off rol el cual se solía hacer por mensaje privado para no arruinar el ambiente que se formaba en las "escenas" que se hacían. Yo quedé absolutamente maravillada con el último destello de rol que encontré a mi llegada en el LC, puesto que yo llegué cuando esa cultura agonizaba. Quedé tan cautivada por ese mundo, que jamás he podido salir de él, disfrutando enteramente cada momento donde tengo la oportunidad de interpretar a mis personajes.

Como todos, yo empecé como una noob. Mi rol era a lo más de una línea; burda, tosca y con miles de caritas que, en mi ingenuidad, según yo daban una idea de las facciones del rostro de mi personaje; sus emociones, y alguna que otra falta de ortografía. Como era de esperarse, los más experimentados me rechazaban o se burlaban de mí por ser noob. Claro, los resentí, pero no desistí. No fue hasta que una vez conocí a un jugador que roleaba a mi personaje favorito de casi todos los tiempos, el más reciente, y casi casi hasta mi amor platónico en anime y empecé a acosarlo como fangirl quince añera. Debí tener algún tipo de carisma, pues con el paso de las semanas, poco a poco comencé una amistad don él. Cabe mencionar que él era maravilloso, me impactó su forma de rolear tan fiel al personaje y tan hermosa de describir las cosas. Él a veces me daba consejos, pero siempre intenté imitar su estilo de rol pues quería ser igual de buena como él e ingresar a su círculo de amigos, también rolers, de alta alcurnia. Así fue como poco a poco desarrollé mi estilo de rol actual.

Sin embargo, algo en mí cambió por completo al momento de darle vida a uno de mis personajes favoritos, la vampiresa Toreador, Sagia de Lancaster, originada en un rol de La Mascarada con unos amigos. Honestamente, para rol de mesa, yo no sirvo. Soy muy inhibida, tímida, y consciente de mi físico; razón por la cual nunca pude interpretarla debidamente en rol de mesa. Pero cuando la llevé al LC... cobró vida. Como el fino espécimen de Toreador que es, Sagia siempre ha sido coqueta, seductora, caprichosa, artista, y sensible, entre otras cosas. Aprendí a expresar sus sentimientos, sus pensamientos, sus confusiones, la forma de su cuerpo, de sus ojos, el color, la textura de sus labios, de su cabello, de su piel, la temperatura de su aura y de su corazón. Aprendí a interpretar el entorno para justificar sus acciones y su pensamiento así el cómo su pasado afecta su presente. Aprendí que todo lo que he leído, tanto de mis "colegas" como de los libros que he leído a lo largo de mi vida me han regalado una habilidad para describir y sentir por medio de mi personaje. 

No fue hasta que, en busca de más rol, pues encontré tan sólo su deceso en el LC, llegué a IMVU, y con ello, las críticas a distintos estilos de rol. Esto yo siempre lo he dicho y lo mantendré hasta el fin: Estoy en desacuerdo con que haya diferentes estilos de rol. ¿En todo casi, ¿quién los inventa y qué autoridad tiene para imponerlo o señalar otros estilos? En mi caso, muchos me decían que yo hacía Perfect Rol y siempre lo negué, porque, para empezar, nunca supe lo que era y no estaba interesada en conocer más al respecto. Yo estoy feliz con mi forma de rolear, no necesito nada más; mi simbología es clara y sencilla, no me complico las cosas. Aunque justamente ahora por medio de un pulse me he venido enterando de lo que "alguien" considera la definición de Perfect Rol, veo que se asocia en gran medida con lo que yo hago.

Al rolear, recuerdo el libro que más me ha gustado por su narrativa y su descripción e intento imitarlo. Procuro rolear como si escribiera un libro y a veces un poema. Procuro crear algo parecido al arte, pero sin olvidar las especificaciones necesarias para darme a entender. Mi ortografía es excelente, mas no perfecta y como desde niña le he tenido amor a las letras, eso se refleja en mi rol. Mi gramática es buena, así como mi semántica y sintaxis. Sin embargo, repito, procuro hacer un fragmento de obra literaria y no un manual donde se es tan específico que se pierde la esencia bohemia y romántica de mi rol. En todo, debe de haber corazón. ¿A qué voy con todo esto y este pulse TAN largo? A lo siguiente: Por lo que veo, mi rol cae en la categoría de "Perfect Rol", pero yo jamás le pondré una etiqueta a mi estilo ni lo consideraré tal. Estoy feliz con mi forma y mi estilo, con mi calidad y con mis requerimientos. Sí, sé que he "pecado" al comportarme como muchos "Perfect Rolers", pero no es por soberbia bruta, sino porque he desarrollado mis propias razones (las cuales no mencionaré aquí porque ese sería otro ensayo aparte). No me creo mejor ni peor que nadie. Tampoco debería desacreditarse el "Perfect Rol", porque es un estilo, como cualquier otro, ni mejor ni peor que ninguno. Los que hacen este estilo tienen sus requerimientos y sus objetivos; tan respetables como cualquier otro. No se debe, bajo ninguna circunstancia, desvirtuar y denigrar las opiniones del rol. La base de todo rol, al menos en el rol por foros o chat, aparte de la construcción del personaje, es el hábito de la lectura, así sea para CRR, URM, RR, PR, y todas sus versiones. En lo personal yo estoy en contra de segmentar los estilos y etiquetarlos. Para mí, el rol es rol y nada más. Es para disfrutar y jugar. Así que a callar y a jugar todos.

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Réplica

Soy un monstruo. ¡Así es! Soy un monstruo.
No sólo por las cosas que le dije, no sólo por los dolores que le causé ni por la poca consideración que tuve reaccionar cuando me entregó aquella herida, cuando se dio por vencido, cuando dejó de ser mío, cuando le dejó todo al frío.

Soy un monstruo porque deseché mis propios sueños. Deseché lo que sentía, ya no quise sentir. Ya no quise pensar, sólo quise huír; de la incertidumbre, del despecho, de la añoranza, del tiempo, de él y su forma de actuar.

Lo espío. Lo espío mientras llora, lo espío mientras se baña, mientras lee y mientras se recuesta solo. En mi mente, esos fragmentos de imaginación, de fantasía... los atesoro, porque es lo más cercano que tengo a la realidad.

Estoy sucia, sálvame por favor. Me he manchado de otro, en pecado, en carne. Estoy sucia, no me mires, porfavor.

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Tyon

Y es que así son las cosas. Tu presencia hace falta, por más que diga que no. Pero me dicen que hay que darle tiempo al tiempo, que fue para lo mejor.

No me desmoroné, no se me vino el mundo encima. Por fin, nuestro amor terminó. Desgraciadamente, nuestro amor terminó. Ya no tengo miedo de decir lo que quiera, porque no estás aquí para ofenderte. Ya no hay nadie aquí par darme un manotazo en la mano por querer más, así fuera contigo. Y eso es lo malo, que ya no hay nadie aquí.

Y quiero que sepas que es cierto lo que dice la canción, eso de hacer el amor con otro no es igual, no es lo mismo. Soy como un péndulo, yendo de extremo a extremo, ya perdí mi centro. ¿Será que eras tú?

Intento sentirme erótica, hacerte sentir celos. ¿Pero celos de qué, de quién? ¿De mi almohada? ¿De mi cama? ¿De mis sábanas?

¿Dónde voy a parar? No lo sé. ¿Y sabes qué es lo peor? Que no sólo me siento humillada, ni de que dudo que me hayas amado, pues la idea de que tú hayas sentido amor por mí ahora está tan lejos como lo estás tú. No. Lo peor... lo peor es que me dejaste un legado; ahora, cuando él dice que me ama, ya no puedo creer. Desconfío, me abruma el miedo y la paranoia, y es cuando le muestro mis mejores evasivas. Me dejaste el legado de la desconfiaza, de canciones, y de los fragmentos de tu voz que ultrajan mi mente cuando la noche está en silencio.

Dónde voy a parar, no lo sé. Lo que sí sé, es que, para el bien o para el mal de ambos, eres libre; yo soy libre. Dónde terminará esto, no lo sé. Pero sólo espero que termine pronto.
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Escena, descripción corta

Ajena a la vista de cualquier ser, humano o mítico, mortal o inmortal, flotaba, cual pequeña hada, delizándose por la brisa y los aires, usando las nubes y las estrellas como escaleras y resbaladillas; la argéntea cresciente como cuna y seno materno, que al yacer sobre ella descansa cerrando sus ojos, inhalando la calma, llenando sus pulmones de refrescante frescura nocturna. Con lentitud, el ángel de los azures abre tranquilamente sus ojos, divisando a lo lejos una arboleda, besada ligeramente con la lactea luz de luna, y aún más profundo, un suave río atravezar el pequeño y privado bosque, destellando el agua como si reflejara a las estrellas en el aterciopelado firmamento. Con gracia y femenina delicadeza, extiende sus blancas alas, irisadas, y se desliza por los vientos hasta poder tocar con sus pies desnudos la humedecida tierra fértil que da vida al bosque. Embelezada por el hechizo de medianoche y la fantástica luz de luna, el suave y arrullante sonido del agua, una que otra luciérnaga y los susurros del viento, la rubia se sienta sobre el muelle de madera y extiende su diestra hasta que sus delgados y finos dedos rozan con delicadeza la superficie del agua. Suspira, pero no sonríe. Una extraña melancolía le embriaga. Quisiera poder externar su sentir, pero las palabras no son suficientes para poder describir aquella sensación de añoranza ni siquiera de forma superficial. No... Tan sólo puede seprar sus carnosos labios, abrir su boca y cerrar sus ojos nuevamente para externarlo en una suave melodía, y al permanecer invisible, pareciera su voz inundaría por completo todo rincón del bosque donde se encuentra...
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Elegía de media noche

Acostada nuevamente entre mis cobijas, sin poder dormir a las tres de la mañana. Un nuevo pensamiento asalta mi mente. ¡Cómo me pesa el pecho! ¡Cómo odio esta sensación de estar consciente! Ojalá pudiera quitármelo y usar el repuesto mientras mi corazón se alivia.
Y pienso: ¡Qué diferente se siente todo! Estoy en la misma habitación que hace años; el mismo techo y paredes que al inicio, y sin embargo, se siente tu ausencia a pesar de que nunca estuviste aquí. ¡Qué vacíos se sienten mis brazos! No me atrevo a abrazar mi almohada morada, sigue diciéndome que eres tú.

Mi elegía de media noche, mi sollozo de madrugada.

Y me acuesto con miedo, a pesar de que las estrellitas fosforescentes velan mi sueño, cuidándome de mis demonios internos bajo la cama. Ya mi peor miedo no es llorar, o despertar, o despertar llorando; es más, ya ni siquiera es soñar contigo y con tus dagas verbales tan atinadas. Ahora a lo que más le temo, cariño mío, es que salga nuestra canción en el radio.


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Cuatro astillas de plomo

Últimamente he estado más sensible de lo normal. No sé si sea algo químico o un cambio en las polaridades de mi mente, pero de que algo pasa, algo pasa. Sin duda alguna; cosas que antes no me importaban, o cosas que antes no notaba y ahora me molestan tanto como cuando accidentalmente rasguñas el plato de la comida con el tenedor.

Me molesta, por ejemplo, que entre al MSN y nadie salude y siempre tenga que ser yo quien vaya a decir hola. Y luego si les pregunto por qué, me dicen "es que no me gusta el ruidito de los mensajes, y por eso me pongo no No Disponile, y pues... por eso no me fijo quién entra". La mamada, ¿no? Parece una excusa barata. Si tuvieran los cesos suficientes, sabrían que si le mueves poquito a las opciones del programa, puedes quitar sonidos (y si tienes Plus!, más cosas puedes quitar). Antes no me molestaba, después de todo, yo saludaba y ahí empezaban las conversaciones. Pero poco a poco me fui cansando, y empezé a preguntarme: "bueno, ¿sólo yo tengo el interés?" ... y eso provocó que me vuelva más estricta en cuanto a quién admito o dejo en mi MSN (y ya también Facebook). Tal vez sea una exageración, pero como una vez me dijeron "no me gustan los contactos como adornos. Para adornos, ya tengo en el nick y se ve bonito."

Otra cosa que me molesta, es que la gente sea hipócrita. ¡Uuuuy! Estoy consiente que es algo natural en los humanos para sobrellevar relaciones tensas  y todo eso, pero... se pasan. Personas en mi vida diaria hablan mal de unos con sus amigos o por Facebook, pero cuando les ven en cara, hasta de beso saludan, y casi casi le toman de la mano para irse dando brinquitos por el pasillo. O por ejemplo que cada que sales invitas a alguna persona y jamás va, pero en clase te habla super bien y sí sale con otras personas. ¿Creen que no lo noto? Digo, yo no siempre salgo, pero al menos cuando no puedo, se los digo desde que me invitan.

A veces, uno se encariña con las peronas desde el primer día que se conocen. La empatía es suficientemente grande para poder cotinuar. Pero suele pasar que, de la nada, se congele y la "amistad" se pierda. ¿Fue una moda, o cómo? Me molesta y me lastima que las personas se olviden de uno y tiren una amistad a la basura. Uno da, uno entrega, uno se desvive y ayuda. Uno tiene sus defectos -como cualquiera-, y de la nada... el abandono. A veces no sé si realmente existen los amigos. Como una vez dije: estoy consciente de que uno cosecha lo que siembra, pero a veces la semilla está muerta desde antes de sembrarse, la cosecha sale mala y la tierra ingrata.

Y por último, me recontrahyper molesta tener que pedir. Y me desanima que la persona más importante para mí, no se involucre conmigo.

Bueno, sólo necesitaba sacar eso de mi pecho.

En fin.

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