Sunday, December 5, 2010

La amistad y yo: una reflexión.

“¿Pues cómo ves? El problema fue arreglado mientras estábamos fuera. ¡Al parecer la amistad ha salvado el día una vez más!” –F-ko.

Cuando yo era niña, mi padre siempre me decía que en el mundo no existía tal cosa como la amistad; que uno siempre está solo en el mundo. Yo, obviamente ofendida, siempre le respondía -inclusive algunas veces llorando- que estaba equivocado, y que yo se lo demostraría; pues si yo era una amiga de verdad, entonces alguien más lo sería en el mundo. Y como es de esperarse, a lo largo de mi vida, he contado con amistades ciertamente preciosas: recuerdo a la cómica señorita M. en la primaria, al invaluable señor T. en la secundaria, a la cálida señorita M. en la preparatoria, al engreído señor J. durante mi primera carrera junto con los originales señores K., E. y A; así como a la inigualable señorita K., al talentoso señor H., a la hermosa señorita E. y al único señor L., entre otras. Al parecer he sido bendita con semejante cantidad de amistades, personas que cuya marca en mi vida se havuelto indeleble, y que ciertamente han contribuído a lograr mi meta de probar que mi padre estuvo equivocado, que fueron sus propias experiencias y vivencias los cuales le orillaron a decirme aquello en repetidas ocasiones. Dicen que la vida es una obra de teatro donde uno es el personaje principal y el resto del mundo son personajes secundarios y terciarios que entran y salen de escena conforme la historia se desarrolla. Entonces, es cuando al mirar atrás, me doy cuenta de que al menos en la historia de mi vida, la obra se ha vuelto en un monólogo, y que la interacción con el resto de los personajes es incierta, dejándome buscando más y una sensación de vacío. Talvez mi padre ha tenido razón todo este tiempo y yo he estado siguiendo el débil destello de una ilusión. ¿Pero es así realmente?

La Real Academia Española define “amistad” como: “Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”. Sin embargo, en una leve contradicción, Martín Grosz en el 2007 publicó en su blog un artículo donde dice que la amistad unilateral no existe, que si los sentimientos de afecto y confianza no son recíprocos, no puede haber entonces una amistad; por lo tanto esto descarta la parte de “desinteresada” de ladefinición de la RAE. Yo siempre he sido defensora de esta idea, ¿por qué voy a entregarle a alguien una parte de mi alma, tiempo, esfuerzo, sufrimiento, agonía, empatía, y/o felicidad cuando esa persona no me corresponderá a mí? Es aquí donde la nariz se me vapor los aires y se me alzan las cejas; pero cuando lo pienso por segunda vez, ¿por qué debería hacerlo el otro, si yo no lo doy primero? Entonces me pregunto: ¿quién tiene que hacerlo primero, y a las cuántas veces alguien tiene que responder para saber que soy correspondida? Talvez, el interés es un pre-requisito que ambas partes estén interesadas para después volverse desinteresadas. Suena irónico, pero no descabellado. Y se me ocurren decenas de historias que puedan confirmar donde he mostrado y me han mostrado el interés y el desinterés, como en el señor T. y el señor J.; pero lo que no se me ocurre, es, dónde están ellos ahora.

Continúa Grosz diciendo que la amistad genuina es indisoluble, pues no hay tal cosa como un amigo temporario. Los amigos de verdad pueden tener profundos desacuerdos, pero jamás resultarán tan grandes como para amenazar la continuidad de dicha amistad. Esto me recuerda muchas veces cierta frase que yo solía decirle al señor H, le repetía unay otra vez que, no importaban las peleas que tuviéramos siempre y cuando pusiéramos la amistad por delante de todo. Pero así como también menciona Grosz que a medida que vivimos, cambiamos muchas cosas mas no a los verdaderos amigos, en algún lado del camino tanto el señor H. como yo, que los cambios pesaron más que la amistad y ambos olvidamos cómo cuidarla o perdimos el interés por hacerlo. Fuimos amigos, sí; hay tanto testigos como anécdotas que respaldan el hecho, pero, si fuimos amigos temporarios entonces, puesto que ya no existe más el contacto uno con el otro, ¿eso implica que no fuimos amigos nunca? Y sin embargo no puedo contrariar aquella última pregunta con la evidencia viva de la señorita K. “Antes que el orgullo por tener la razón, siempre se impondrá el afecto, la tolerancia y la aceptación del otro tal como es. [...] Tampoco la distancia amenaza a una amistad verdadera: dos amigos siempre se sentirán cerca uno del otro, se encuentren donde se encuentren, y siempre hallarán la forma de mantener el contacto y la vitalidad del vínculo.” (Grosz, 2007) Creo, entonces, que la señorita K. es la amiga más antigua que he tenido; hemos mantenido contacto constante (si no es que diario) durante los últimos años; y a pesar de la distancia, las diferencias de opinión y las vivencias de la vida, hemos sabido pertenecer al lado de la otra.

Adentrándonos en el post sobre la amistad, me llamaron la atención algunas frases sobre las las cualidades de un amigo genuino.“Entre amigos no hay deudas de favores, porque nadie lleva un registro de lo que se da y lo que se recibe. [...] La amistad supone un máximo nivel de confianza recíproca. Los verdaderos amigos se tienen toda la confianza.” (Grosz,2007) Pero la confianza no lo es suficiente, a veces. Por ejemplo, en el caso de la señorita E., no importa realmente cuántas veces procuré mostrarme abierta a las cosas, mostrarle que, sin importar qué, yo estaría ahí. El miedo (en este caso, infundado, al rechazo) le orilló al silencio y gracias a eso perdí una amistad importante. Uno, sobre la amistad, es persona, y como tal, siente, se enoja, se alegra, y teme; y tiene todo el derecho de equivocarse. Talvez ambas no supimos ser amigas en los momentos duros, pues, de ser así, supongo que ahora no estuviera escribiendo estas palabras. “Si cometió un error, lo consuela, no lo reprende. No intenta imponerle su punto de vista, sino extender el que ya tiene aportando nuevas perspectivas. Lo acepta como es, y no le exige que sea como a él le gustaría que fuera.” (Grosz, 2007) Y este es uno de mis defectos más grandes: tengo la costumbre programada de querer transformar las cosas como yo las siento ideales, olvidándome por completo que la otra persona también viene con su propio set de ideales. Sin embargo, un amigo también reprende, ¿no? después de todo, “las críticas constructivas” también pueden ser una variación de un regaño. Grosz también dice que el amigo genuino es incondicional; en las buenas y en las malas, no está sólo cuando las cosas van bien. Considero que esto eslo más difícil de hacer y que no todas las personas pueden alcanzar este desinterés tan bondadoso; creo que lo que importa es siempre querer regresar.

Añadiría también a la lista dos puntos más: el primero sería saber perdonar. Los amigos ideales no existen, así como la amistad unilateral es una farsa. Somos humanos, y los humanos estamos tan lejos de la perfección tanto como lo están físicamente el cielo del infierno uno del otro. Saber perdonar y anteponer la amistad frente los errores más feos es esencial para el mantenimiento de la amistad. ¿Pero qué tanto es suficiente? A veces, los amigos se tornan personas tóxicas, o peor aún: enemigos. ¿Estas amistades tienen salvación?
El segundo punto es guardar una cierta distancia emocional. Sonará tal vez raro para algunos, pero creo que ese es un factor clave que ha funcionado en mi relación amistosa entre la señorita K. y yo. En comparación con el resto de las amistades, sólo puedo hablar de mi parte al momento de afirmar que yo pequé de amiga asfixiante; no sólo en mi forma de entregar mi amistad, sino en mi personalidad. Sin embargo, entrela señorita K. y yo no existe tal cosa; y es la única amistad que me ha sobrevivido a lo largo de los años donde exista una distancia emocional a la vez que un contacto diario. Y claro, sólo es una observación; no por esto desecho, devalúo o sobrevalúo otras amistades.

No porque haya basado esta reflexión las opiniones de una sola persona quiera decir que ésta es la ley (aunque juego con la idea de que existieran reglas y alguien que las regule); simplemente su entrada me llamó la atención lo suficiente como para querer poner en escrito lo que tengo en mente. Así que, aún no sé con ciencia cierta si mi padre tenía razón o no. Una gran parte de mi se inclina a darle la razón: he vivido situaciones que me han orillado a perder fe en las amistades; y creo entender por qué él me decía todo aquello, sin embargo también he conocido personas que pueden negar esa frase que me decía mi papá y mostrarle que en efecto estaba equivocado. Tal vez no encuentre en este ensayo la respuesta o la paz que busco, eso vendría a lo mejor con el tiempo; tal vez, lo único que puedo hacer para concluir este ensayo, es mencionar la siguiente cita de John Churton Collins: “Nuestros amigos nos conocen en la prosperidad; pero en la adversidad conocemos a nuestros amigos.”

Grosz, M. (2007). ¿Qué es la amistad? Concepto y características. Cómo reconocer a un amigo verdadero y distinguirlo de los falsos. Recuperado el 5 de diciembre de 2010, de http://cajadecambios.blogspot.com/2007/07/qu-es-la-amistad-concepto-y.html.

---------
Todos los textos e imágenes publicados son copyright ©2010, MadderSky

Dragones

       De inmediato, Dragón de Agua se apresuró hacia aquel monstruo para tener un tino más seguro. Alzó su báculo, pronunció unas palabras mágicas y la esfera de cristal comenzó a brillar; moviéndo aquella arma en el aire, conjuró de su alrededor una especie de vapor que poco a poco comenzaban a condensarse en nubes, cada vez más espesas y densas. Dirigió con fuerza el bastón hacia el monstruo distraído, ocasionando que aquellas nubes salieran disparadas hacia él; nubes que al viajar rápidamente por el aire, se transformaban en espesa neblina que, al impactarse se concentró al rededor de sus alas, debilitándolo severamente, impidiéndole volar a su velocidad normal. Sabiendo que el engendro ahora tendría su atención completamente en ella, Dragón de Agua empezó a correr lejos de él y de la aldea, para distraerlo y dejar a los civiles fuera de aquella pelea. Una vez prudentemente lejos, observó como la gárgola se acercaba lentamente hacia ella, lanzando de su boca un chillido insoportable. Volvió a alzar su bastón y de nuevo pronunció otras palabras, y de nueva cuenta la esfera comenzó a brillar, provocando que de inmediato, toda la temperatura a lo largo y ancho de la aldea bajara a tal grado que que al agua que empezaba a rodear el bastón se empezara a congelar. Dirigió de nueva cuenta el bastón al monstruo, pero antes de poder si quiera lanzar ese ataque hacia la gárgola, un repentino ataque por la espalda la tiró al suelo, hiriéndola gravemente, neutralizando el frío del ambiente. Aquellas heladas temperaturas habían llamado la atención de una segunda gárgola y al haber encontrado a la causante, había decidido lanzar su propia represalia contra ella. Ahora herida, Dragón de Agua intentó si quiera arrastrarse para poder alcanzar de nuevo su bastón, pero estaba siendo atacada constantemente por aquel segundo monstruo que se le hacía difícil poderlo alcanzar. Sin embargo, de repente, un grito de guerra fue escuchado a lo lejos, así como un grave quejido agonizante de aquella gárgola paralizada y el repentino olor a quemado: era Dragón de Fuego que había llegado para ayudarla. 

       Una sonrisa moribunda se asomó por su pálido rostro; al verla, se le fueron todas las emociones de celos, enojo y de culpa al pecho en un segundo... surcó el pensamiento por su mente, que tal vez aún se preocupaba por ella... mas logró sobreponerse, al menos por ese momento, para concentrarse en su lucha. La gárgola le propinaba zancada tras violenta zancada, y Dragón de Agua sólo podía defenderse, aunque de forma patética, colocando sus brazos y sus piernas sobre su cuerpo, para impedir ser lastimada más, pues era bastante obvio que ella no podía alcanzar su bastón hasta que Dragón de Fuego por fin la alcanzó y aprovechando que la gárgola estaba concentrada en su presa, clavó su espada sobre la espalda del monstruo, desgarrando sus músculos mientras deslizaba el filo por su espalda. Supieron que el enemigo había sido derrotado cuando escucharon su quejido de dolor, por el olor metálico de la sangre en el aire, y cuando Dragón de Agua sintió que la gárgola caía sobre su cuerpo. Con dificultad, y jadeando, Dragón de Agua intentó quitarse al pesado monstruo de encima, y con la ayuda de su amiga, pudo ponerse de pie.

        –¿Estás bien? Fuiste muy ambiciosa al querer atacar dos a la vez, sabes lo fuertes que son... eres una sanadora, no una guerrera –se inclinó para poder recoger el báculo tirado; inocencia y bondad pura en su mirada, en su voz– pero seguramente podías con ellos, ¿no? Eres tan fuerte...

        Por un momento, Dragón de Agua se sintió culpable. No sólo ella estaba pensando pestes de su amiga, pero ahora ella le había salvado la vida (claro, no era la primera vez que pasaba, después de todo, llevaban juntas bastantes años de servicio a la familia real) sino que le estaba halagando. Dragón de Agua se limitó a sonreír, a desviar la mirada y a tomar el bastón entre sus manos, usándolo como apoyo, pues, de momento, las heridas que le había hecho la gárgola habían sido demasiado fuertes. Pero al parecer, Dragón de Fuego tampoco le estaba viendo a los ojos; de hecho, se le notaba bastante nerviosa. Le observó sacar la espada sangrienta del cadáver aquel, sacudirla un poco para eliminar el exceso, y después volvió a envainarla.

       –¿Regresamos? Necesitas que te atienda Dragón de Viento.
       –No, no, yo puedo sola... soy una sanadora ¿recuerdas? –bajo otras circunstancias, Dragón de Agua hubiera accedido; bajo otras circunstancias, estuviera feliz de ver a Dragón de Viento, pero ahora... la situación era muy delicada. En lo único que ella podía pensar es que al menos por el día de hoy, ella ya le debía bastantes favores a la pelirroja y no quería incomodarla, ni mucho menos tener que ver a Dragón de Viento. Orgullosa, sacó de un bolso atado a su cintura un frasco pequeño con un líquido rosa y se lo bebió al instante –ya me siento mejor –mintió, pues ese elixir no sería lo suficiente para sanarla, esbozando la mejor sonrisa que su dolor le permitiese–, poco a poco voy a recuperar mi fuerza, no te preocupes. Debo revisar que todos en la aldea estén bien. 
       –Pero... creo que deberíamos avisarle a... –detuvo su hablar en seco al observar la fría mirada que Dragón de Agua le aventó; lo que provocó que ella saliera huyendo.
Para ser una mujer de fuego –pensó Dragón de Agua–, es bastante emocional...
Suspiró, volviéndose a sentir culpable. ¡Acababa de salvarle la vida! Lo menos que podía hacer era portarse amable y dejar esas rencillas atrás. Pero estaba tan enojada...

       Aún jadeando, pero mucho menos que hace unos minutos, Dragón de Agua se dirigió a los adentros de la aldea. Sentía sobre ella las furiosas miradas de los aldeanos, quienes sabían más que nadie que ella estaba distraída, y que, por su culpa, habían tenido oportunidad aquellas gárgolas de atacar. Intentó no hacerles caso, siguiendo su camino hacia uno de los puestos destrozados. Varias personas estaban reunidas en ese lugar, pero cuando Dragón de Agua se acercó, todo mundo dejó de hablar, y le lanzaron nuevamente aquellas severas miradas de enojo. Dragón de Agua pensó que jamás se había percatado de cuánto, en realidad, podía pesar físicamente el silencio y una mirada sobre una persona. Logró escuchar algunos pensamientos que claramente exhibían un gran odio hacia ella. Intentó ponerlo de lado nuevamente, y cuando le abrieron paso, notó que, en el suelo, había un hombre de edad avanzada que agonizaba. Se acercó al hombre, sentándose al lado de él y colocando la cabeza del agonizante sobre sus rodillas. Aún sentía sobre su propio cuerpo las heridas frescas de aquel monstruo. Al abrir su bolsillo, notó que ya no tenía ni un elixir del que bebió con anterioridad, así que empleó magia para intentar sanarlo. Pronunció una mantra, una y otra vez, dirigiendo su energía para sanarlo. Sentía la magia abandonar su cuerpo, pero el cansancio y las heridas le hacían de algo tan fácil sumamente difícil. Se vería obligada a aceptar ayuda. Ahora no sólo se distraía con sus sentimientos encontrados con respecto a Dragón de Fuego y Dragón de Viento, sino con que en cualquier momento ella también perdería la conciencia, por lo tanto habría una muerte sobre su conciencia, otra ineptitud más de su parte... seguía intentando sanarlo, intentaba permanecer fuerte, y concentrarse, pero poco a poco ella se sentía más y más débil. Estaba empezando a perder la consciencia.

       Las habilidades de una mujer de agua, eran ciertamente útiles y muy preciadas; no cualquiera, inclusive dentro del mismo elemento del agua, tenían la habilidad de purificar. 
       Pero... cuando el exceso del elemento se encontraba dentro del corazón de una mujer de agua, éste podría hundir a su dueño, arruinando las cosechas, oxidándolo todo. Y a quienes le rodeaban, las imparables corrientes los arrastraban a la misera; podían manipular con descaro, una inestabilidad mental y de emocional, así como volverse patéticamente indefensos, cegados por sus propias distorsiones. Y, por desgracia, Dragón de Agua era víctima de la maldición de su propio elemento.


---------
Todos los textos e imágenes publicados son copyright ©2010, MadderSky