Wednesday, November 3, 2010

Scat de Madrugada

Amadísima mía,
¡Hacía tanto tiempo que no te admiraba!
Como un marido ingrato que no aprecia las curvas de su esposa.
Ahora veo tus colores por capricho del destino;
tus azures me recuerdan nostalgias de antaño,
y a tus lunares de diamante
les escucho contar sus historias.
¡Qué bonito ese, el que tienes cerca de tu sonrisa argéntea de gato Cheshire!
Cuéntame, nuevamente, sobre aquella interminable batalla que narrabas,
donde tus cobaltos eran invadidos por las luces de oro,
sobre cómo cedías, impotente a su poder,
para después reclamar los corazones de los hombres nuevamente con el ocaso,
dominar la noche e irradiar en pleno amanecer.

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1 comment:

  1. Un escrito hermoso, que habla sobre las maravillas que a veces dejamos pasar los hombres cuando caemos en las costumbres. Dicen que siempre admiraremos más la plata ajena que el oro propio, no importa que su brillo helio sea más radiante. Todos debiéramos aprender apreciar los tesoros que la vida depuso para nosotros, y el mayor de todos es la mujer que siempre luce a nuestro lado, velando por nuestro bienestar y aguantando los calvarios de los malos días. Ojala estas palabras perduren en mi memoria, para acudir a ellas cuando no aprecie el verdadero brillo de mi dama.

    Sin más que decir, me encanto.

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